La obra nace de un crepúsculo detenido: un fragmento de luz que se aferró a la tela antes de desaparecer.

Su color —un marrón cálido con reflejos ámbar— parece contener el último suspiro del sol cuando roza la tierra y la enciende. Cada pliegue es una frontera suave entre lo que se ilumina y lo que ya empieza a oscurecer.

El material vibra: capta la luz como si la reconociera, como si guardara memorias de desiertos y atardeceres remotos. Se mueve como un viento tibio, un abrazo terrenal inventado para la piel.

Cómo llevarla:

1. De día: boho cálido, piel y tierra

Con una musculosa blanca o nude y sandalias cruzadas. Que tu look parezca nacido del sol y del polvo del camino.

2. Al atardecer: magic hour

Con un bandeau en tonos caramelo, beige dorado o terracota. Bajo la luz baja del día, el terciopelo parece incendiarse con suavidad.

3. De noche: fuego silencioso

Sumale un top negro profundo, joyería dorada minimalista y labios borgoña. Ahí el look se vuelve más profundo, casi magnético —la luz se hunde, pero algo sigue brillando.

4. Colores aliados

Caramelo, nude cálido, terracota, dorado antiguo, negro carbón, crema.
Estos tonos amplifican la atmósfera del Sunset Brown sin opacarlo.

5. Texturas que vibran juntas

Lino crudo, cuero natural, satén dorado, algodón pesado, gasa translúcida.
Cada textura crea un nuevo tipo de luz sobre el terciopelo.

6. Movimiento como discurso

Dejá que se abra un poco al caminar, que el viento la encuentre.
Es una prenda diseñada para ser vista en transición —entre día y noche, entre quietud y paso.